Esta estructura tan aparentemente extraña guarda en su interior un kiosko bar de dos plantas, al que no le falta de nada: salón para comidas, aseos, barra y hasta una terraza con vistas espectaculares en la parte de arriba. Sus paredes, de sólida roca, están adornadas con colores vivos y naturales, el blanco y el verde, simbolizando también un poco la unión con la naturaleza, que apenas queda ya en ese parque alemán. Un sitio curioso donde poder tomarse una copa, desde luego.