¿Hay algo más kitsch que los enanitos de jardín? 

Estos inofensivos hombrecitos de barba blanca levantan pasiones a favor y en contra. Han sido desterrados de todo espacio verde con pretensiones chic, los profesionales del paisajismo les ignoran, y están vetados en las prestigiosas ferias internacionales. Sin embargo, anualmente se venden millones de gnomos para decorar los exteriores de las casas.

Gnomos han inspirado al gurú del diseño Philippe Starck, y, recientemente en París, han sido los protagonistas de una exposición en los Jardines de Bagatelle y su palacio del siglo XVIII.

En Francia opera el Movimiento Terrorista por la Liberación de los Gnomos de Jardín, cuyos militantes los roban de las fachadas de las casas para “liberarlos” en los bosques. En Inglaterra existe una reserva con más de mil de ellos. Está en West Putford, North Devon, y recibe 25 mil visitantes al año.

En Holanda un enano fue hurtado. Desde entonces su dueño recibe fotografías anónimas desde lejanos puntos con el rehén posando junto a monumentos famosos.

Amados u odiados, siguen tan vigentes como hace siglos.